Aquí y ahora, “el poder” de ralentizar la vida y exprimir cada instante

Aquí y ahora, “el poder” de ralentizar la vida y exprimir cada instante

Después de una pandemia... Los frutos de las reflexiones de las nuevas generaciones conjugan el tiempo en presente. El Carpe diem adopta nuevos aires e invita a gozar del camino.

 

 

 

Contemporáneamente, el Carpe diem ha sufrido una actualización. Se rescata este anhelo y se le dan nuevos aires de esperanza. Siglos y siglos más tarde, se extiende un acueducto entre el 65 a. C. y el 1992. Porque la Lucania romana y la Segovia moderna se hermanan, con el Carpe diem en la punta de la lanza.

 

A Horacio le ha salido una competidora muy seria. A su manera, la segoviana Tatiana Ballesteros, criminóloga y escritora, autora de libros como ‘La locura de lo eterno’ o ‘Lo baile de las estatuas’, ha reinterpretado la vida, revitalizando la locución latina: el Carpe diem es para siempre jamás. Y es que, “perdemos gran parte del tiempo. Me angustia que la gente invierta más tiempo a pensar cuál es el final antes que disfrutar del camino”, reflexiona Ballesteros. El Carpe diem más moderno coge la vía más directa. Brota una nueva filosofía, la del zumo de naranja: exprimir cada instante de la vida. Aprovecha al máximo los tragos de este zumo y disfruta de todas sus vitaminas: las ganas incansables de vivir.

 

En un sentido similar, Ballesteros invierte tiempo y esfuerzos en analizar un sentimiento etéreo, la felicidad, que “es una decisión”. La gente se plantea ser feliz. La humanidad aspira a ser feliz, pero, ¿“donde nos encontramos a la felicidad?”. Esta es el camino, no la meta. “La felicidad viaja con nosotros durante todas las etapas y las circunstancias de nuestra vida”, explica Tatiana, quien juega con la metáfora de “la luz incandescente en el pecho”, la cual es la felicidad, “que nunca se apaga y está allí”, a pesar de que, a veces, no sepamos ver esta luz tan poderosa porque está “en nuestro interior”.

 

El tiempo

El tiempo. Conjugarlo en presente. Tatiana propone lo siguiente, en esta vida, “¿qué harías con cinco minutos de más? No se puede ahorrar el tiempo, que nunca vuelve. Hasta que la vida no te frena, no te das cuenta del valor del tiempo”. Es oro. “Cuando nacemos, nadie nos dice, ’enhorabuena, te han tocado setenta y cinco años’. Porque lo que te ofrece la vida es el beneplácito de vivir”, expresa la escritora.

 

 

Como buena segoviana, la criminóloga hace que fluya esta nueva corriente por el acueducto de la vida. Porque hasta que se agote toda esta, “canta, baila, río, llora y vive intensamente cada día antes de que se baje el telón y la obra concluya sin aplausos”. Ya lo decía Charles Chaplin, “la vida es como una obra de teatro que no permite ensayos”. En definitiva, hay que vivir intensamente, masticar y saborear el día a día.

 

Es sintomático que esta nueva voz femenina se levantara durante un periodo que castigó a España con muchas vidas. Estas se quedaron por el camino: la COVID-19 lo sacudió todo, echando a perder las ilusiones de una población evocada a quedarse recluida en casa. La pandemia marcó un antes y un después, y en asuntos de este después había que renovar propósitos y esperanzas: la vida se tenía que ver desde otro prisma, “y, sobre todo, en una sociedad como la de ahora, en la que todo es frenético. Vivimos a golpe de botón – mientras señala los clics que realizamos sobre las pantallas –”, en una inmediatez descontrolada. Se tiene que parar, analizar y respirar: “Tenemos el poder de ir lentos en esta vida”, sentencia, con mucha filosofía, la criminóloga.

 

Tatiana, nacida en los noventa, forma parte de una nueva generación, aquella que se ha hartado de la clase política, pide cambios en un sistema con el cual no se conforma y se aferra a vivir al máximo e intensamente una nueva forma de vida renovada, “el pasado es historia, el futuro es un misterio, pero el hoy es un regalo, y por se le llama presente”. Aquí y ahora, Carpe diem

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