Los colores, la música o la creatividad embellecen adioses únicos alrededor del Mundo

A su manera, países como Ghana, Madagascar, Bolivia, India y Nueva Orleans practican ceremonias fúnebres con estilo y personalidad. Porque no hay una única forma de decir adiós.
Cuando se baja el telón. No hay una única manera de decir adiós. Por naturaleza, los actos de despedida son personales e intransferibles. Cada cual se despide a su manera, como quiere o como puede. Todo el mundo tendría que tener el derecho de escoger como se desarrollará la conclusión de su vida. Normalmente, las exequias reflejan el carácter, el estilo o la personalidad de quien dice adiós.
Entre la nostalgia, el dolor o la esperanza, la muerte plantea varios escenarios, tan únicos como sentimentales. Es todo un ritual. El último adiós desprende lágrimas y emociones a borbotones, o quizás una sonrisa de esperanza, quien sabe... Una pérdida hace pensar y recordar. No hay una única forma de encarar esta última despedida, que va desde hechos tradicionales (el convencionalismo) hasta la singularidad de este acto. Existe la posibilidad de celebrar el final de la vida y el inicio de un nuevo todo, o bien llorar por quien ha marchado. Cada caso es único.
¿Hay que hacerlo bien? ¿Hay que marcharse como Dios manda? Sin vínculos, este último capítulo se tendría que poder afrontar como se desee.
Todo es relativo, ni la misma muerte es absoluta. Hay diferentes estilos a la hora de despedirse, casos de gente que quiere que se brinde con cava en honor suyo durante la ceremonia que lo despide. Huyendo del convencionalismo, toca explorar algunos espacios donde la conclusión de toda una vida no finaliza en una exhumación o en una mera incineración, más que respetables en el territorio español. Otras culturas, en todo el Mundo, naturalizan y entienden la muerte a su manera.
Contextualizamos algunas rara avis. Se aparca, momentáneamente, el tradicionalismo y se acercan al público escenificaciones particulares. Chocan los contrastes. Brindar con cava en una despedida o decir adiós mientras suena música alegre de fondo se han convertido en nuevas realidades fúnebres.
De Ghana al cielo
En Ghana, donde los sueños no entienden de límites, han decidido apostar por la originalidad, hasta el punto extraerle el tabú que desprende la misma muerte. Si el anhelo del difunto era ser águila, podrá descansar eternamente en una cama que representa la forma de esta ave. Si se quería volar, el que marcha ‘viajará’ con un ataúd-avión al cielo.
Las aguas del Ganges
Tradicionalismo y extremismo en la India. Año tras año, las aguas sagradas del Ganges acogen los miles de cuerpos sin vida de los hindúes que inician el camino del más allá. Profundamente, se cree que bañarse en el Ganges suprime el mal karma. La creencia es tal que, en la India, las aguas del Ganges están contaminadas.
A modo de apunte contemporáneo, la pandemia marcó un punto de inflexión en la geografía asiática. La COVID-19, arrastrando hacia ella miles de muertes, supuso que el Ganges viera un aumento de los difuntos derramados en su río. El Coronavirus saqueó mucho más a estas aguas sagradas.
Las almas bolivianas
Fiesta de colores. Bolivia es todo un ramo de flores. El misticismo y la fe acaban conquistando los cuerpos del país sudamericano porque se cree que los bolivianos poseen siete almas. Una de ellas permanece dentro del cráneo y esta tiene la virtud de velar por sus seres queridos, protegiéndolos de los males a través de los sueños. Por este motivo, se exponen cráneos con flores en ciertos puntos geográficos de Bolivia.
Piezas de Jazz en Nueva Orleans
“Tócala uno otra vez, Sam”: ¡Música, maestro! Se interpretan nostálgicas y alegres piezas de jazz en Nueva Orleans, la reina por excelencia de este género. Los acordes de jazz determinan este adiós musical, el cual acompaña, conjuntamente con los músicos, al difunto durante la mencionada ceremonia.
La fiesta de los huesos
En Madagascar, fieles al fadimahana, se adoran los orígenes. Los merina (etnia dominante), cuando mueren, tienen que ser enterrados en la tierra que los vio nacer y crecer. Se reúne y se trabaja un trocito de suelo propio, para poder ser enterrado en un panteón familiar. Pero esta tradición ancestral no finaliza aquí, puesto que después de un lustro, se abre este panteón, se desenvuelven los huesos del difunto y se hace una gran fiesta en honor al difunto, a quien se le mejora la imagen, cambiándole el sudario. Solo después de esta gran fiesta, el difunto podrá lograr el descanso y la paz eterna.
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